No a la pena de muerte

Hace un par de semanas se puso sobre el tapete la pena de muerte para los violadores de niños. Esta propuesta fue hecha por la congresista Julia Valenzuela, que seguro ya esta muy cansada (igual que la mayoría) de los abusos sexuales hacia los menores de edad.

La gota que colmó el vaso fue la violación y asesinato de un niño de tan solo siete años, su cuerpecito fue encontrado en un arenal. El violador: un drogadicto de la zona.

Castigar la violación de menores (que sin lugar a dudas es un hecho detestable) con la muerte del violador a simple vista suena justo, pero me hace recordar a la Ley de Talión: “Ojo por ojo, diente por diente”. ¿Hasta ese extremo debemos llegar? Entonces esta medida ya no se convertiría en una sanción para los violadores sino se tornaría en una venganza.

Si queremos llegar un poco más lejos podemos pensar que si se va a castigar con la muerte a la persona que viole a un niño, sería probable que las violaciones ya no queden ahí sino se sumaría el asesinato a los menores de edad, ya que la pena para el homicidio es mucho menor que la de muerte.

Aunque ésta solo es una suposición. Pero si hablamos en hechos concretos, si en nuestro país se instaura la pena de muerte esto tendría como consecuencia que el Perú se retire de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la que se encargar de velar por el cumplimiento de los Derechos Humanos.

¿Queremos una sociedad sin Derechos Humanos?, ¿Dónde no se respete el derecho a la vida?, no debemos caer en el mismo error que se cometió en la época del terrorismos donde los Derechos Humanos solo quedaron en el papel, ya que se cometió miles de abusos hacia las personas.

Debemos estar decididos sobre el tipo de sociedad que queremos tener, para que las generaciones que lleguen no cometan nuestros mismos errores.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

temadelicado, en especial por lo que mencionas de los derechos humanos, sin embargo creo que la validez de los DH es limitada en nuestro país, no defiendo la pena de muerte, pero creo que la propuesta de instaurar la pena de muerte es una respuesta a la violencia que ultimamente es caracteristica de nuestra sociedad. ¿quién puede decidir quién debe morir y quién debe morir? dificil ¿verdad? pero también es dificil comprender como un niño es abusado sexualmente y el agresor es recluido por dos años en un centro penal...

Anónimo dijo...

Sobre los mismos items pienso todos los días, y creo que por eso más los líos personales mi estrés está cada vez peor...
¿Te imaginas todo esto en el cerebro de una Católica? Hay que aborrecer el pecado, no al pecador, pero qué difícil verdad cuando existe tanto delito en nuestro país...
Sólo me queda pedirle a Él que haga algo pronto, que la ley sea más dura con este tipo de casos.
Gracias por linkearme, yo también lo haré :)

Anónimo dijo...

Bueno,más allá del grado de moralidad o eticidad del asunto, es importante recalcar que las víctimas de este delito no piden la pena de muerte. Las persona que lo hacen son solo espectadores. Las víctimas, piden la castración artificial, que por lo menos impediría la reanudación del crimen. Pienso que esta , si bine no es la solución, es la mejor alternativa, ya que se ha demostrado que en los países donde han autorizado la pena de muerte, el número de violaciones no ha bajado significativamente.

Anónimo dijo...

!OJO POR OJO Y EL MUNDO SE QUEDARÁ CIEGO! bueno pena de muerte no, porque es una venganza, pero si alguna forma de imposibilitar la violación mediante castración, cualquiera que fuera la forma. Y si es muerte pues cadena perpetua, suena simple como lo digo , pero asi debería ser, sin tantos rollos a asuntos tan importantes como este.

Anónimo dijo...

Casi sería inhumano permanecer impasible ante un crimen como el abuso sexual infantil. Y sin embargo sucede demasiadas veces. Y sucede en tu propio entorno.
Yo fui abusado sexualmente en mi infancia. No hace tantos años que lo revelé por primera vez y ya paso de los 40. Mi caso no es excepcional. Desde que di ese paso, además de preocuparme de mi propia recuperación, ya que las secuelas pueden ser muchas y muy graves, inicié una especie de lucha en la que todavía sigo.
Me sorprendió comprobar que apenas existían recursos. ¿Qué hace una persona que a sus treinta y tantos decide enfrentarse con toda esa mierda? Pues poca cosa, porque no hay apenas recursos, la familia es más habitual que te ignore, sobretodo cuando el abusador es una familiar, y según a quien lo cuentes, lo más que consigues es compasión o incomodidad.
El caso es que decidí hacer algo. Ese "algo" sería demasiado extenso de relatar en este espacio, pero digamos que creé una web y un foro donde se reúnen las personas que padecieron esos abusos en su infancia (http://forogam.loea.net), escribí un libro que se publico en octubre de 2004 (http://www.nuevosescritores.com/cuando_estuvimos_muertos_pedofilia.htm), particpé en diferentes programas de radio y TV y, sin ir más lejos, estoy escribiendo aquí.

Tratando de ceñirme un poco más a lo que se apunta en este espacio, y esa es sólo mi opinión, creo que las soluciones deben pasar fundamentalmente en la información. Si que es terrible el abuso sexual, pero una buena parte de la sociedad sigue teniendo una imagen muy distorsionada de este asunto. El abuso sexual no se produce mayoritariamente en ambientes marginales o desestructurados. La mayor parte de los abusos se perpetran en el entorno familiar. Y estamos hablando de familias "normales". Estos hechos suceden casi siempre con absoluta impunidad por parte de agresor, y también casi siempre el menor guarda el secreto que le irá destruyendo a lo largo de toda su vida. Hasta que se decide a hablar, lo que por desgracia no suele ocurrir.

Otro elemento importante es la justicia. Personalmente no tengo (ni he tenido) la necesidad de ajusticiarlo, pero considero que es imprescindible que este delito sea considerado como muy grave y que se refleje en los años de condena. También es imprescindible que no prescriba o que, en su defecto, lo haga al cabo de muchos años. Cuando alguien, como podría ser mi caso, decide enfrentarse a ello a los 30 ó 40 años no tiene ninguna posibilidad de acudir a la justicia, pues el delito prescribió hace mucho tiempo.