Definitivamente los libros llegan a mis manos en el momento preciso. Me sorprende la capacidad que tiene esta señorita en sumergirse entre hojas impresas llenas de historias y con una rapidez inmediata que es capaz de hacer de la historia narrada un paralelo con la suya propia.
En la última Feria del Libro encontré muchos libros, pero sólo compré cuatro, no necesitaba más, cosa curiosa los 4 narraban cosas distintas pero a la vez partes de mi vida.
Mujeres que aman, que viven, que engañan y son engañadas, que sueñan, deliran y son capaces de dejar y cegarse por el amor prometido, por esa persona que las hace sentir distintas pero felices, historias que transcurren en USA con una pareja no querida por los padres de ella, o en medio de una lucha de poderes entre Francia e Inglaterra allá por el 1400, o vidas que se entrelazan en Lisboa entre dos personas con 10 años de diferencia, pero todas con un discurso de afrontar la vida, el amor y las relaciones.
Devoro los libros con la tonta esperanza de encontrar una respuesta o solución a mi vida, con el interés de que de pronto los protagonistas seamos tú y yo, y con la tonta convicción de que el final sea un final feliz. Tontas ilusiones de alguien que lee y vive por medio de los libros.
Terca y empecinada yo, hoy he comenzado una nueva aventura, sin importar empezar a leerla el mismo día en que terminé de leer una historia de sentimientos con 10 años de diferencia, cuyo final me hizo pensar demasiado y los reproches personales aparecieron. No, no me importa
Hoy comencé un libro sobre el amor. Así dice su nombre y le creo, sé que me llevará por los distintos caminos que esta palabra tan inútil nos ha llevado en toda la historia literaria, estoy segura que no encontraré respuestas, pero por lo menos sabré la historia y el porqué esta señorita busca respuestas en libros de manera poco exitosa.
La respuesta está en mí, lo sé. Pero leeré siempre.
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